
Así peleo mis batallas
Estoy emocionada de poder compartir contigo este texto que escribió una hermosa chica de nombre Abigail que conocí hace poco tiempo en la iglesia donde mis papis pastorean en la ciudad de San Luis Potosí, ella es una chica que siempre está sirviendo y ayudando a los demás con una gran sonrisa! Estoy segura te bendecirá porque cuando yo lo leí estaba pasando por una situación difícil en la que necesitaba recordar que Jesús estaba conmigo y al leer lo que Aby escribió, sentí ese abrazo protector que tanto necesitaba, así que disfruta esta lectura y ánimo eres más que vencedora!
Porque yo soy el Señor, tu Dios que sostiene tú mano derecha; yo soy quien te dice “No temas, yo te ayudaré”
Isaías 41:13
Mientras camino por las calles invadidas de charcos, con la lluvia y el viento. Me paré un momento; respiro profundamente, levanto el rostro, suelto un suspiro. Volteo de un lado a otro intentando encontrar a cualquier persona. Me percato que estoy sola; mi respiración comienza a acelerarse, mi mente empieza hacer escenarios dando lugar al miedo, con cada paso que doy, las calles se hacen más largas y la luz desaparece. Mi caminar se convierte en pasos más veloces. Me detuve.
Mi respiración había aumentado, sin más, cansada y asustada empecé a llorar de desesperación; pasé mis manos por mi cabeza preguntándome ¿Qué debería de hacer? Una y otra vez me repetía -Necesito de Alguien-
Abrí los ojos.
Estoy sentada con las manos en el rostro intentando mantener la calma, intentando salir de aquel oscuro escenario. Quisiera tener un amigo, un familiar junto a mí que me dijera: “Todo va a estar bien”, pero no había nadie conmigo. Sentí la soledad trasladándose por todas mis emociones, envolviéndolas en una burbuja.
Sin fuerza; me recargo reflexionando sobre cómo… Siento como un caluroso abrazo lleno de amor empieza a hacerme sentir protegida y valiente. Una ligera voz me dijo: -Estoy contigo!- Esas dos simples palabras, pero llenas de seguridad me dan la paz que necesitaba.
Cerré los ojos.
Regresé a ese escenario oscuro ya no con miedo, sino con una actitud de valentía, mi mente y mi corazón se unieron en un solo pensamiento “Él está conmigo”. Estaba ahí parada como toda una guerrera, haciéndome la idea de que era necesario pasar por ese tramo del camino solamente con Él.
Caminé, tropecé, me levanté, caminé y volví a tropezar, pero Él nuevamente me levantó. Llegué; celebré los triunfos, disfruté el sol en mi rostro, pero esa no era la única montaña que debía subir. Descendí. Aún me quedan muchas montañas por escalar.
Muy seguramente en el camino tendría un miedo paralizante, pero estoy segura de que Él estará. Él es más grande que todos mis miedos y problemas.
Abrí los ojos.
Tirada en el suelo en forma de reverencia, en forma de gratitud; bañada en lágrimas, había ganado una batalla!


